PorJorge Guldenzoph
Los otros días volví a ver ahora en video, una película que en su momento la vi en el cine. Se trata de: “La máquina del tiempo”. No es ni la primera ni será seguramente el último film que uno vea sobre la posibilidad de viajar a través del tiempo, en vanos intentos de modificar lo que sucedió o en saber lo que vendrá. De lo pasado podemos corregir en el futuro los errores cometidos, pero no borrar lo hecho. Muchas veces también el pasado viene hacia nosotros. No con el ánimo de tratar de volver hacia atrás en el tiempo – con el fin de impedir de que algún hecho no sucediera – sino con el sentimiento que expresa Jorge Manrique en sus “Coplas” cuando dice “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. Hay al respecto un proverbio chino que sostiene que “Hasta que hoy no sea mañana, no sabremos los beneficios del presente”.
Los seres humanos cuando vivimos el presente y cuando este se hace difícil, añoramos lo pretérito y nos atormenta el porvenir, que en la desesperanza de lo actual se nos puede hace más negro de lo que realmente será. También sucede al contrario, que cerramos los ojos antes nuestros errores, y carecemos de la visión de lo que ello nos acarreara o acarreara a otros, en un futuro próximo o lejano. No todo lo pasado es bueno, aunque si hay muchas cosas en él que guardar y preservar o son bases ciertas para perfeccionar en el presente. Y no todas las dificultades del hoy son malas si las vemos como un curso de preparación, de purificación inevitable, para alcanzar un futuro más luminoso.
La película en cuestión, como otras de similar tenor, esta relacionada con la mente creativa e imaginaria del escritor británico Hebert George Wells. La película referida al principio fue realizada por un bisnieto de Wells, y plantea la travesía de un científico, una auténtica travesía existencial, que comienza cuando su prometida es asesinada ante sus ojos durante un solitario asalto en un parque de Nueva York, en el siglo XIX. Afectado, acelera sus trabajos – ya iniciados de antemano – para poner a punto una “máquina” a través de la cuál viajar por el tiempo. El objetivo de su viaje era uno sólo: volver al pasado e impedir la muerte de su prometida. Logra hacer el viaje y retorna poco antes de que el hecho suceda nuevamente. Traslada a su novia a un punto de la ciudad lejano a donde había sucedido el crimen anteriormente. Pero allí, en momentos en que la deja sola a fin de ir a comprarle una flores, sucede un accidente de tránsito inesperado y ella muere “nuevamente”. El será cuenta de que nada puede hacer para impedir la muerte de su novia. Que la misma sucederá de una u otra forma en ese día. Ahora su mente se dirige a responder ¿por qué?. El cree que la respuesta tal vez la podrá encontrar en el futuro. He aquí una primera comprobación no hay manera de torcer lo que ya sucedió, aunque si pueden subsanarse sus consecuencias con el paso del tiempo.
El segundo aspecto importante que la película trasmite es que viajando hacia el futuro el científico ve como, en cada parada en el tiempo, la situación de la humanidad se degrada cada vez más. Así llega a un punto final, en un futuro muy lejano, algo así como en el año 800 mil, en donde los humanos viven en un estado casi pre-histórico con solo algunos rastros de la anterior civilización. Un estado en donde seres crueles inteligentes dominan mediante otros seres crueles antropófagos a la raza humana.
No es esta la única película o serie que nos lleva a un futuro terrible deshumanizado. No necesariamente es esto fatalismo sino que podemos tomarlo como una advertencia. Las hay más religiosas y las hay más seculares pero en definitiva es inevitable malas raíces den malos frutos en el futuro sino son arrancadas a tiempo. En muchas de esas películas se nos presenta “tribus de adolescentes” que no saben quienes son (sin padres, talvez “clones”), carentes de identidad, muchos de ellos proclives al delito o a una vida anárquica sobre los que pesa una fuerza de autoridad sin corazón. Todo ello en medio de ciudades sucias, grises, llenas de violencia y crimen, con un alto grado de despersonalización de las relaciones humanas. Sociedad donde curiosamente no aparece el nombre de Dios. Y donde prima un “darwinismo social” asentado, entre otras cosas, en los descubrimientos genéticos.
Mirando el presente no parece que ese no sea uno de los futuros posibles. Ya hay millones de niños sin padres. Se crean leyes transformando la transmisión de la vida en un mero acto científico y pago. La clonación humana esta a la puerta y hay aún quienes piensan que mediante ella podríamos crear una raza “superior”. El hedonismo y materialismo empujan a la sociedad a un estado de ingobernabilidad e injusticia. La respuesta global a esta tendencia tienen la posibilidad de ser religiosa inspiracional, que apunte al corazón humano y al cambio de valores y conductas, o mediante un aumento del poder de un moderno Leviatán, quién mediante la monopolización de la fuerza, trate de impedir el caos social, confirmando las pragmáticas previsiones de Thomas Hobbes en el siglo XVII.
Al final de la película el científico pudiendo escapar de la situación de riesgo para su vida, en aquel futuro pavoroso, decide quedarse y salvar a los humanos de esa tiranía espantosa. Su motivación no es ideológica o política es algo más simple lo hace por que nuevamente broto en su corazón el amor hacia una mujer. De esta forma su travesía terminó muy lejos de donde la comenzó, pero su motivación al principio y al final fuela misma. Lamás simple de todas y la más profunda: el amor entre dos seres humanos. A partir de esta fuerza la película deja las sombras y queda un mensaje de esperanza el futuro puede ser mejor. El futuro lo estamos construyendo hoy y el se alumbra en las luces o en las tinieblas de nuestros corazones. Lo importante es hacerlo bien ahora y no en el año 800 mil.